lunes, 29 de julio de 2013

Primera entrada.

-¡Vaya oportunidad!
-¡Qué tremendo! ¡Aprovéchalo al máximo!
-¡Ya verás qué bien te lo pasas!

  Pues sí, estoy seguro de que me lo voy a pasar genial, que es maravilloso, que tengo que aprovecharlo y que es una oportunidad única, pero me siento un tanto confuso. Para empezar, las exclamaciones de ariba son las frases que más he escuchado últimamente. No digo que no lo sepa, ni que no lo agradezca, sólo digo que alimentan más y más mi nerviosismo.
  Mi nerviosismo se debe a que voy a hacer un viaje a Canadá, unas nueve semanas, a vivir con una familia y a estudiar un idioma. Esto se traduce por una estupenda oportunidad para aprender el inglés (ya que voy a la zona en la que se habla ese idioma) y estrechar lazos con gente diferente que evidentemente me enriquecerán como persona. Yo eso no lo niego, pero estoy endiabladamente nervioso.
  Mi destino no es otro que la capital de la provincia canadiense de Alberta, Edmonton. Una ciudad de la cual estoy seguro, completamente seguro, de que será diferente a la mía también, total y absolutamente diferente a lo que estoy acostumbrado.
  Y mi estado nervioso se debe al cambio.

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