lunes, 23 de septiembre de 2013

Hierba helada, amigos, poutine y fin del mundo.

   Voy a haceros un breve resumen de las cosas que han pasado estos días por aquí, sobre todo porque ha sido una muy buena semana y me gustaría compartir con vosotros lo que es esto.i mi cara reflejada en el cristal.
  Pues bien, lo que me gustaría contaros es que el jueves me desperté y nada más correr la cortina vi mi sonrisa reflejada en el cristal. No sé si sois capaces de verlo en la foto, porque la tomé rápidamente antes de irme al colegio, pero me hizo mucha ilusión.

  ¡La hierba apareció cubierta de hielo! Lo que significa que el invierno está prácticamente llegando. Creo que es algo emocionante, pero también debo decir que ese mismo día, tenía Educación Física a primera hora en los fields del colegio, así que no me hizo mucha gracia tener que jugar al football en pantalones cortos y tirándome por el suelo.
  Aprovecho para contaros que el colegio está genial y que me desenvuelvo bastante bien, además de que he hecho muchos amigos que siempre están pendientes de si necesito algo, estoy muy feliz con ellos y con la amabilidad de la gente aquí.
 
Esta es una foto que nos tomamos a la salida.
   Algo típico de aquí es la poutine, que consiste en patatas cubiertas de queso y gravy, una salsa muy popular aquí. Os dejo una foto para veáis como es.

  Algo que me dejó con la boca abierta fue mi plan del viernes. Ese día había amanecido soleado, así que me apresuré a hacer planes para la tarde ya que mi partner iba a ayudar a un amigo por la tarde. Así que hablé con los demás españoles, ya que he conocido a muchos aquí, y unos amigos sudamericanos se ofrecieron a llevarnos al fin del mundo. Literal. Sus palabras fueron: How about going to the end of the world dudes? Que es algo como "Hey, chicos, ¿Por qué no vamos al fin del mundo?". Dicho así fue una proposición rara, pero no obstante no nos amilanamos y nos montamos en un bus y un tren de camino a ese extraño lugar del cual sólo sabíamos el nombre.
  Tras bajar una colina, atravesar un frondoso bosque, y hacer malabares para no caerse (por un camino prohibido, todo sea dicho) cada vez estábamos más cerca.

  Una vez llegamos, lo que sentimos fue el contener de la respiración de todos. Estábamos en el fin del mundo. El tiempo parecía que no pasaba. Era completamente mágico.

  Se trata de un precipicio a gran altura desde el cual, suspendido en altas rocas, puedes ver todo el valle, y el río surcándolo. Allí estuvimos dos horas cantando, hablando, y disfrutando del paisaje. No faltaron fotos del atardecer, del cual pudimos disfrutar antes de irnos.

  En ese momento me sentí ingrávido, me sentí en un lugar mágico y lleno de historia, sentí Canadá como no la había sentido hasta entonces.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Páginas